Educación y fragilidad
Fragilidad fue un término de uso común a principios de la década de 2000 para describir entornos afectados por conflictos, crisis o gobernanza deficiente. La terminología de «educación y fragilidad» se utilizó para ampliar el análisis sobre la educación en situaciones de emergencia (EiE), a fin de observar a los países en todas las etapas del espectro de desarrollo humanitario, ya que se consideró que la EiE se refería principalmente a las crisis humanitarias.

La educación es una herramienta poderosa que si se diseña e implementa correctamente, puede ayudar a una sociedad a emerger del conflicto hacia la paz y la estabilidad. Las escuelas y sus aulas pueden ser el espacio en el que personas de diferentes orígenes se unan y aprendan a vivir y a trabajar juntos pacíficamente.
Sin embargo, las dinámicas en contextos frágiles (gobernanza deficiente, violencia, represión, corrupción, desigualdad y exclusión) pueden impactar negativamente en la calidad del aprendizaje que niños, niñas y jóvenes experimentan en el aula, y consolidar más aún la desigualdad, la división, la discriminación y la violencia estructural por motivos religiosos, culturales, étnicos o lingüísticos.
El potencial de la educación para mitigar e intensificar el conflicto y la fragilidad es el resultado de interrelaciones matizadas entre políticas educativas, planificación y programación, y los motivos y las dinámicas del conflicto y la fragilidad. La comprensión de estas condiciones es esencial para garantizar que la educación, como mínimo, no dañe y en el mejor de los casos, contribuya a la prevención de conflictos y a la consolidación de la paz a largo plazo.
Estadísticas clave
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En 2016, la educación en situaciones de emergencia recibió 2,7 % de la ayuda humanitaria, muy por debajo del objetivo de 4 %. Sin embargo, en los últimos cinco años, la solicitud de financiación para la educación en situaciones de emergencia aumentó el 21 %.
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75 millones de niños y niñas de 3 a 18 años de edad viven en países que enfrentan guerra y violencia, y necesitan apoyo educativo.
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En cada año de educación, se redujo el riesgo de conflicto en un 20 % aproximadamente.
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Los niños y niñas de países frágiles afectados por conflictos tienen el doble de probabilidades de no asistir a la escuela que los niños y niñas de los países no afectados por conflictos; y los adolescentes tienen más de las dos terceras partes de probabilidades de abandonar la escuela.
- Si la tasa de matrícula en la enseñanza secundaria es 10 puntos porcentuales más alta que el promedio, el riesgo de guerra se reduce en aproximadamente 3 puntos porcentuales (una disminución del riesgo del 11,5 % al 8,6 %)
Esta recopilación fue desarrollada en asesoría con Susy Ndaruhutse, Jefa de la Reforma Educativa en la Fundación del Education Development Trust.